Susto o Espanto Parte II: Pérdida del alma o pérdida del Tona


Consiste en la pérdida de una o varias de las entidades anímicas de las que se piensan conforman al individuo además de su cuerpo material. Según las creencias, el individuo está compuesto de cuerpo y almas inmateriales que pueden separarse del mismo y vagar libremente, las almas pueden separarse del cuerpo mientras se sueña o a consecuencia de una secuencia de una experiencia perturbadora.

Existen muchas creencias sobre las causas de la pérdida del alma; en general se piensa que el alma, a partir de un susto es capturada por los espíritus guardianes de la tierra, los ríos, los bosques, etc. O por la penetración de los aires de espanto y la captura del alma por los dueños. En lugares como Yalalag las almas que se pierden debido a un susto, permanecen en la tierra, en el agua y en otros como Ixtepeji (ambos de Oaxaca) permanecen en el aire.

Lo más común en la pérdida del alma es que presenta en niños y adultos estados de tristeza o depresión, pérdida del apetito, debilidad, depresión, duerme mucho, agitación durante el sueño e inquietud. A estas manifestaciones se acompañan otras tales como diarrea, vómito, especialmente durante las mañanas, calentura, cansancio, dolor en las sienes y en los huesos, y debilidad; en fin, «el asustado está acabado», con los ojos sumidos y el semblante pálido, le «brinca mucho el corazón, (que) suena como un reloj, el pulso cambia de su lugar y suena como una palomita de maíz», tiene la vista turbada y le «chillan los oídos».

La forma de diagnóstico más común empleada por los médicos tradicionales, consiste en tomar el pulso al enfermo para poder así «sentir su espíritu»: después de haber sufrido el susto, el pulso de la persona ya «no está en su lugar; está más arriba o de lado, y no brinca». Algunos terapeutas aseguran que es posible conocer la gravedad de la enfermedad dependiendo de la ubicación del pulso: si éste se encuentra en la región del codo, el padecimiento todavía se puede curar, mientras que si ya llegó a la región de la axila, el terapeuta se enfrenta a un estado avanzado de la enfermedad, que no siempre se arriesga a tratar.

Los tratamientos realizados para curar esta enfermedad se basan, por lo general, en limpias al enfermo, que se puede ejecutar de diferentes maneras: a veces «sahumando» al paciente, a veces «barriéndolo» con ramas de plantas medicinales y/o con un huevo, o «chuparlo» o «soplarlo». Todos tienen la finalidad de extraerle el «aire malo» o de sacar el «mal espíritu» que penetró en su cuerpo.

Este procedimiento curativo va seguido de otro ritual destinado a «llamar al espíritu» perdido del paciente, y reintegrarlo nuevamente a su cuerpo. Todos los terapeutas inician la curación con rezos, en particular credos y padrenuestros, y enseguida se encomiendan a Dios, a la Virgen y a San Miguel Arcángel, para que los ayuden en el restablecimiento de la salud del enfermo. Luego, si el susto es reciente, los terapeutas rocían al enfermo con agua de alcohol y, al mismo tiempo, lo llaman por su nombre «para buscar a Dios para que ayude (al paciente) a sanar rápidamente»; la curación se hace tres o cuatro veces por la tarde.

En ciertas comunidades, la limpia se ejecuta en el lugar mismo en donde el sujeto se espantó. Antes de limpiar al enfermo, el terapeuta hace una ofrenda «al espíritu para que ya no lo moleste (al enfermo), para que no lo perjudique», obsequio que comprende aguardiente, dos o tres huevos, hierba de ruda, hierba de pino, copal y cigarros. En caso de que sea por accidente, el curandero va a donde se produjo y allí invoca a los espíritus propiciando el regreso del alma en libertad, exhortándola a reintegrarse al cuerpo por un camino claramente indicado por el curandero, se trata de convencer el alma de que se le necesita y debe regresar al cuerpo de la persona enferma.

Al término de los tratamientos, al enfermo se le recomienda no salir al aire, y abrigarse bien.

De las técnicas usadas para limpiar a los pacientes se mencionaron la sahumada, el barrido, la chupada y la soplada, a continuación explicaremos cada una de ellas:

Para la sahumada, los informantes suelen utilizar salvia, estafiate, «reliquia» y ocho pedacitos de un picante costeño, elementos que echan en las brasas; el humo que se desprende debe envolver al paciente para que de este modo el «aire malo salga” de su cuerpo; este procedimiento se realiza, generalmente, por tres veces en distintos momentos del día: antes de que suba el sol, a las 12 del día y antes de que el sol baje.

Los terapeutas que barren al enfermo para limpiarlo, lo hacen empleando ramos «preparados» (se llama así al ramo que se rocía con algún líquido, o que se sahuma para potenciar su efecto) de diferentes plantas, tales como la ruda o las hojas de cazahuate; el ramo muchas veces se baña en agua de tres clases. Otros barren con un blanquillo, pirul y ruda.

La chupada, práctica también llamada por algunos terapeutas como jalar el pulso, se aplica especialmente en los niños enfermos de susto: después de localizar el pulso del pequeño, el curandero soba el pulso «de donde está» hacia la muñeca; enseguida, se llena la boca con agua bendita y, poniéndola sobre la muñeca, chupa con fuerza; a continuación, dice en voz alta: «(nombre de la persona) regresa a tu casa», varias veces, para que el espíritu perdido vuelva.

La soplada, se realiza de la manera siguiente: el paciente se acuesta; la terapeuta pone un poco de aguardiente en su boca y lo lanza (lo «sopla») con violencia sobre el cuerpo del paciente. Antes de la limpia, algunos curanderos acostumbran frotar todo el cuerpo del enfermo con aguardiente y alcanfor, mientras que otros, sobre todo si el paciente es un niño, le administran un preparado a base de vino blanco, nuez moscada en polvo, pionía y raíz de huele bonita, tres veces al día durante dos o tres días.

Ver El Susto o Espanto Parte I

Ver Susto o Espanto Parte III: Pérdida de la sombra

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