La leyenda de La Casa de Don Bartolo. Querétaro


La casa de Don Bartolo es considerada como una de las mayores expresiones de la arquitectura civil de Querétaro, se ubica en las calles de Independencia y Pasteur en el Centro Histórico de esta ciudad y es conocida también como la “Casa de los Espantos” debido a los hechos ahí sucedidos. Actualmente esta casa es ocupada por la Secretaría de Educación de Querétaro.

Don BartoloLa tradición oral ha perpetuado este suceso espeluznante y así ha llegado hasta nosotros; en un pergamino que ha pasado por mis manos.

A mitad del siglo XVll vivía en una de nuestras calles céntricas un individuo, muy rico, a quien llamaban «el Segoviano», y cuyo nombre era Bartolo Sardanetta y Legaspi, Conde de Rayas, que por su apellido más bien parece haber sido florentino que segoviano, como se apodaba.  Aunque se menciona que el apellido Sardanetta es vasco.

Se le conocía como una persona solitaria, quien tenía por ama de la casa a una hermana, una mujer de grandes virtudes, por lo que llegó a asegurarse que estaba enamorado de ella y sostenían relaciones incestuosas.

Vivía muy cómodamente y desahogo debido a sus rapiñas, pues era prestamista. Mas como en aquel entonces estaba prohibido hacer esos negocios, recibía sus altos réditos en especie, razón por lo que ganaba lo doble; poseyendo además algunos terrenos y casas, muchas de ellas quitadas a los tontos necesitados por los intereses.

El día de su cumpleaños invitaba a su casa a varios reverendos que le dispensaban amistad. A la hora del brindis, decía esta relación:

«Brindo por la señora mi hermana, por mi ánima y por el 20 de mayo de 1701»

fecha demasiado lejana, pero para él tenía algún significado, pero que nadie se atrevía a preguntárselo, debido a su carácter poco comunicativo. Esto pasaba por los años de 1651.

Así pasaron años y más años; pero como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se cumpla. Llegó al fin la fecha tan fastuosamente cacareada por el segoviano, y he aquí lo que aconteció:

Era la noche de la fatídica fecha: 20 de mayo de 1701.

Al terminar de sonar la hora sacramental de media noche, se dejó escuchar una fuerte detonación, apareciendo sobre la ciudad un rojo fulgor momentáneo seguido de un profundo silencio.

Los vecinos despertaron despavoridos, asomándose a las puertas y ventanas, sin encontrar el porqué de aquel formidable ruido. Nadie volvió a escuchar rumor alguno, quedando sin solución la multitud de hipótesis que fraguaba su calenturienta imaginación.

Al día siguiente, y siendo ya bastante tarde, los vecinos de la casa del segoviano notaron con extrañeza que ninguno salía de ella, como de ordinario por lo cual no faltó quien diese parte a la policía, lo que enseguida ocurrió trayendo consigo el escribano real de su majestad; y al descerrajar la puerta de su alcoba, se presentó un horroroso cuadro, que hizo se les parasen los pelos de punta, no sólo al alcalde del crimen, sino hasta el último esbirro.

Al pie de una muy elegante cama yacía el cadáver de la quien en vida fuera hermana del segoviano, estrangulada por él mismo.

Pegado al techo estaba el segoviano como carbonizado, haciendo gestos horrorosos y pidiendo a Dios misericordia.

Se llamó un sacerdote, quien, según cuenta la tradición, se llamaba Marmolejo, quien declaró que aquel hombre estaba poseído, por lo que comenzó a exorcizarlo, logrando que el demonio soltase su presa y se alejara velozmente, cayendo enseguida don Bartolo sin vida al suelo.

Al caer ya venía carbonizado un rótulo, que él tenía y que decía: «Castigado así por hipócrita, asesino y ladrón».

Encontraron en su guardarropa una escritura de papel negro con caracteres blancos, que no era otro sino el contrato celebrado con Satanás, por lo cual a cambio de riquezas, honores y placeres, le entregaría su alma a los cincuenta años de la fecha; y como el plazo había expirado, el contrato forzosamente tenía que ser cancelado.

Este hecho alejó de aquella calle a la gente de buen vivir, y por espacio de más de un siglo se vio con horror; y nosotros todavía alcanzamos a ver que esa calle sólo era habitada por gente de mal vivir, entregada a orgías y placeres, hasta que el gobernador Cosío, por el de año de 1890 la mandó desalojar, sustituyendo el vecindario con gente pobre, pero honrada.

Y desde aquella horripilante fecha, el vulgo intituló a esa calle con el nombre de «Don Bartolo», con el cual nosotros la conocimos.

Casa de don Bartolo

 
Fuente: Departamento de comunicación de la Secretaría de Educación, archivo Histórico de la Ciudad de Querétaro.
Esta leyenda está dedicada a mi amiga Tamara Huerta, pues ella nos narró esta leyenda (y otras más que próximamente pondré) en mi más reciente viaje a tan bella ciudad.

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